“No sé lo que pasó. De la noche a la mañana todo cambió, me deshumanicé. Hice lo peor que se le puede hacer a un ser humano, que es descuartizarlo”, relató en tono confesional el estudiante universitario Wilfredo Zamora Carrión a los psicólogos forenses Bredman Arteaga Rojas y Ernesto Macazana Rojas, quienes debían evaluarlo para fines de la investigación policial.
Zamora alegó que no sabía que José Yactayo Rodríguez era un conocido realizador periodístico de televisión. Afirmó que lo contactó por la página web de citas “Manhunt” y que la noche en que se encontró con Yactayo fue la primera vez que lo vio.
“Desconocía que él era un personaje mediático y que estaba metido en el periodismo. Vi su perfil y decía que era un hombre versátil. Yo le propuse para encontrarnos y él accedió. Yo nunca lo había visto antes, no sabía quién era”, declaró Zamora a los psicólogos forenses. En todo momento estaba cabizbajo, no deseaba enfrentar las miradas de los especialistas.
“Primero le dije que nuestro encuentro sea en su departamento, pero él me respondió que era muy pequeño. Entonces le contesté que mejor sería en el mío porque ese día no habría nadie. Justo en esa semana Aldo (Cáceda Benvenuto, su pareja) se había ido de viaje al extranjero. Fue así que el día sábado 25 de febrero lo recogí con mi carro y nos dirigimos a mi departamento”, narró con lujo de detalles el incriminado estudiante universitario.
“Cuando él se fue al balcón, yo aproveché y le puse en su vaso tres gotitas de Rivotril, un somnífero para que le diera sueño. Luego me fui al baño y al salir lo vi en el sofá dando unos ronquidos fuertes. No recuerdo el tiempo que pasó pero ya eran las 4 de la madrugada y me percaté que él estaba amarillo. Al tocar su nariz me di cuenta que no respiraba, que estaba frío. Traté de reanimarlo, pero ya estaba muerto”, afirmó Zamora. La Policía duda de esta afirmación.
LIMPIANDO EVIDENCIAS
“Al día siguiente, a las 9 de la mañana, desperté y pensé que todo había sido un mal sueño, pero al ir a la sala encontré a Yactayo muerto en el sofá. Eso me hizo entrar en un cuadro de pánico. Tenía un cadáver en mi casa. Tenía miedo que mi familia y mis vecinos se dieran cuenta de mi opción sexual. Qué le iba a decir a mi mamá y a mis hermanas. Estaba tenso, por eso salí a la calle para pensar lo que había pasado”, manifestó Zamora.
“El lunes 27 prendí la televisión y vi a Beto Ortiz que hablaba de la desaparición de su amigo. Ahí recién supe quién era esa persona. Yo estaba pendiente de las noticias, sabía que iban a preguntar por él, yo solo tenía pánico y miedo”, declaró Wilfredo Zamora en los ambientes de Homicidios de la Dirincri.
La Policía cree que el estudiante relató los hechos al empresario Aldo Cáceda, quien, en lugar de denunciar el caso a las autoridades, ayudó a su pareja a deshacerse de los restos cercenados de Yactayo.
“Tomé el cuchillo grande de cocina y saqué el martillo. Fue así que empecé a cortar el cuerpo. Agarré la maleta vieja que tenía y metí una parte de los restos. Luego agarré mi auto y salí rumbo al norte. Me fui por Pasamayo y llegué a Huaura. Estaba nervioso. La Policía estaba a lo largo de la carretera. Llegué a un cañaveral y dejé la maleta allí y le prendí fuego para desaparecer mis huellas”, describió Zamora.
El homicida no mencionó entonces que quien lo acompañó para desaparecer los restos de Yactayo era su pareja Aldo Cáceda.
RUTA FINAL
“Yo tenía su celular (de Yactayo). Recuerdo que había tomado la batería y el chip y que los coloqué en un teléfono viejo que tenía. Veía sus mensajes por WhatsApp y opté por responder, suplantando su identidad, diciendo a quienes le escribían que estaba bien”, explicó. Por este acto la Policía lo descubrió.
Según el informe pericial forense, Wilfredo Zamora no evidencia trastornos psicopatológicos, ni deterioro cognitivo que le impidan percibir y evaluar la realidad. Está en pleno uso de sus facultades mentales, siendo consciente de sus actos.
El reporte también indica que presenta frialdad afectiva, es egocéntrico y muestra poca capacidad de empatía, es inestable en el control de sus emociones, sus acciones se orientan a satisfacer sus necesidades de disfrute personal.
Es hábil, perspicaz, actúa con firmeza y convicción. Hace uso de sus estrategias manipuladoras a fin de lograr sus objetivos personales.
En el último tramo de la evaluación psicológica forense, el presunto homicida se arrepiente del descuartizamiento, pero se niega aceptar que mató a José Yactayo.
“Me siento mal con todo esto. En mi mente escucho que soy un enfermo, que no merezco vivir. Estoy arrepentido por todo esto. Sé que me iré preso, pero yo no lo maté. Se murió solo”, insistió.
Desde su detención, ha ofrecido distintas versiones. Probablemente, agobiado por las evidencias, termine por confesar la verdad. No falta mucho.
Fuente: La República
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