domingo, 22 de marzo de 2015

DEFICIENTE CONTROL GENERA CAOS Y ACCIDENTES EN EL BULEVAR DE ASIA - CAÑETE

La previa. Apenas llegan a los 17 años. Desde las siete de la noche los jóvenes empiezan a beber licor antes de ingresar a las discotecas.

Muchos jóvenes y adolescentes que vienen a este lugar se exceden en el consumo de alcohol y provocan peleas. A veces también accidentes que terminan en tragedias. En los últimos tres veranos, 13 chicos de entre 16 y 25 años han fallecido después de ir a bailar a las discotecas del bulevar de Asia, provincia de Cañete, el balneario de moda del sur de Lima. 

Es un ámbito de desenfreno en el que todo vale. La ausencia de adultos hace que estos muchachos no tengan límites y ocurran hechos dolorosos como el protagonizado hace una semana por José Mateo Silva-Martinot Durand, de 22 años.

Algunas autoridades del distrito han empezado a preocuparse por esta práctica común entre adolescentes que consumen mezclas de alcohol, bebidas energizantes y drogas sintéticas: un cóctel mortífero.

Estos excesos ocurren a espaldas de la Policía, casi siempre ausente en el momento en que se producen, y delatan algo peor: que los intentos de los políticos por frenar las olas frecuentes de violencia juvenil han sido, hasta ahora, ineficaces.

Estudiantes de reconocidos colegios o institutos que no pasan los 17 años ingresan a las discotecas provistos de un Documento Nacional de Identidad (DNI) falso.

PARAÍSO DEL SUR

Según reportes de la Empresa Municipal de Peajes de Lima (Emape) los fines de semana salen unos 100.000 autos rumbo a alguna de las cien playas que se encuentran entre los kilómetros 20 y 100 de la Panamericana Sur. 

En el kilómetro 97.5 la música de los distintos locales es como un imán de escotes, minifaldas, camisas desabotonadas, baile, sudor y desenfreno.

La fórmula es sencilla y efectiva: los locales son abiertos desde las 7 de la noche. Algunos tienen dos ambientes (para 'toneros' y 'electrónicos') y siempre hay un DJ que hace que te piquen los pies por ingresar a moverte.

Las horas pasan volando y, cerca de la 1:00 am, los hombres de seguridad de este complejo comercial y de diversión sostienen de los brazos el cuerpo de una rubia incapaz de saber dónde se halla y como se llama. Uno de ellos dice que chicas en ese estado se ven pasar permanentemente y desde temprano. Y reflexiona que las 'pepas' y el alcohol, juntos, "elevan al máximo" a las personas.

LLEGAN DE TODOS LADOS
Durante el verano el bulevar de Asia se convierte en el epicentro de la movida de los jovencitos. Llegan de todos los balnearios del sur: Totoritas, La Caleta, Lobos, Chocaya, Playa Blanca, Sarapampa, etc.

Tienen para elegir una veintena de discotecas y bares como Ibiza, Momo, Bliss the lounge, B.A.T. Urban Lounge, Café del Mar Disco, Depeche Order, Joia, Juanito, La 97 Disco, La Huata, Momo, Nua, Niñita, Perú Pasio Show Bar, Stereo Disco, Bubba Lounge, discoteca Zoomba o Don Pepe.

La previa, eso de juntarse antes de la disco para llegar entonados, está tomando nuevos rumbos cada vez más osados. 

Son las 4:00 a. m. Un grupo de chicos y chicas parados en una esquina están pendientes de la salida de la gente. Con cordialidad invitan, mejor dicho desafían, a volver la próxima semana. Saben que el siguiente viernes todo volverá a ser como fue ayer.

TRAGO, BAILE Y MÁS
Antes los jóvenes llegaban en sus propios vehículos. Ahora alquilan una van. O abordan taxis. Ellos coinciden en algo: viajar de esta manera está bueno porque se toma sin temor y sin control. 

Así, como nadie prohíbe el consumo de alcohol en los bares de la parte exterior del bulevar, lo mismo ocurre en las discotecas del interior del complejo, donde está prohibido venderles a los menores. 

Toman whisky, ron fino, cerveza, vino blanco espumante en copas de plástico que entra a borbotones. 

Un speed con vodka se desliza de mano en mano y llega justo a la mano de una chica que está apoyada sobre una barra. Tiene 15 años y a ella nadie le pidió su DNI.

Los grupos de amigas saben que en el bulevar los viernes son las noches del "todo vale" para los menores de 18, que siguen llegando.

En la avenida que da hacia la puerta 6, y a pesar de la lluvia que hace correr el maquillaje, la afluencia de gente se mantiene a las 3:00 am.

La música electrónica late. Las botellas de agua y las pupilas, seguramente dilatadas detrás de las gafas oscuras, delatan que comprar éxtasis o crystal también será una misión sencilla en los exteriores de esta zona comercial. 

Y a pesar de que en toda el área hay hombres de seguridad conectados con radios portátiles, los chicos muestran sus gestos desafiantes. En la zona donde estamos no hay rastros de ningún vigilante.

LLEVAN A LA MUERTE
Algunas muertes ocurridas en Asia son consecuencia de los accidentes de tránsito que de tanto repetirse resultan familiares. Para el coronel Carlos Velásquez, jefe de la Región Provincial de Cañete, se trata de un problema estructural de la sociedad. 

El sacerdote Nilo Padín, de la Prelatura de Yauyos, señala que son los padres los que han descuidado una responsabilidad fundamental, "luego están esos mercaderes sin alma, que son los dueños de las discotecas". 

"Todo el mundo sabe que eso es un negocio en el que se pone en riesgo la salud física, psicológica y espiritual de los jóvenes y adolescentes", advierte el religioso.

La exregidora de Asia, Cyntia Ramos, sostiene que "este es un fenómeno que se está saliendo de cauce y hay que volverlo a su sitio". 

Asimismo, considera que "el problema fundamental pasa por cómo se piensa la vida de un joven", aunque admitió que "no hay que generalizar, porque no creo que todos los jóvenes estén atrapados en este mundo". Eso es verdad.
Fuente: la República

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