Dicen que ni para el amor ni para la muerte hay edad porque te atrapan cuando menos lo esperas. Quizás los hermanos Juan Crisóstomo (21) y Simón Choquehuaypa Cayllahua (20) lo sabían. También sus primas y enamoradas Lucrecia (16) y Nancy (14). Los cuatro se suicidaron en Puno porque sus familiares reprobaban el romance que los unía.
"Se querían demasiado, solo deseaban estar juntos. No es justo que les hayan negado profesarse ese amor puro y desinteresado...", señaló ayer Víctor Félix Condori, amigo y ex profesor de los veinteañeros.
Terrible final
La historia de estos muchachos no pudo tener un final más trágico. Los cuatro se encerraron en una rústica vivienda del distrito de Santa Lucía, provincia puneña de Lampa. Cerraron las puertas y ventanas, encendieron una estufa y escuchando huaynos en silencio, esperaron la muerte resignados.
Conscientes de lo que hacían, inhalaron el monóxido de carbono acumulado en el predio, producto de la combustión de leña. Juan Crisóstomo y Lucrecia, con Simón y Nancy, perecieron envenenados por la letal sustancia, según confirmaron después forenses del centro de salud local.
Derecho a amarse
Renunciaron a la vida, a su familia y a todo, menos al derecho de amarse libremente.
La noche del martes los cadáveres fueron localizados en un inmueble ubicado en la esquina del pasaje Desamparados con la avenida Manuel Prado, en el barrio Túpac Amaru.
Doña Dionisia Callahua Callahua descubrió el suicidio colectivo después de buscar desde el domingo a sus hijos por todo el pueblo.
La casa, escenario de la desgracia, pertenece a los padres de las adolescentes pero no la ocupaban porque poseen otras propiedades.
Intuyó la desgracia
Quizás por eso, después de rastrear a sus vástagos por todos lados, doña Dionisia malició, y fue directo a dicho lugar. Allí confirmó lo que ya intuía.
Sobre dos camas de madera, colocadas una al lado de la otra, yacían sin vida los infortunados muchachos.
En el mismo ambiente había una radio portátil encendida que dejaba escuchar tristes huaynos puneños.
El teniente de la policía Renato Molero, jefe de la comisaría de Santa Lucía, aseguró que desde un inicio se supo que se trataba de un suicidio.
"Los cuerpos no presentaban impactos de bala, ni cortes, ni contusiones. Tampoco había signos de violencia en la vivienda...", informó el oficial, luego de confirmar el envenenamiento detectado por los forenses locales.
Irreflexivos
El psiquiatra y maestro universitario Luis Esteban del Río explicó que los jóvenes y adolescentes suelen actuar sin reflexión ni cautela, dejándose llevar generalmente de sus impresiones o impulsos.
"Los padres cometen un grave error cuando se comportan del mismo modo y pretenden imponer autoritariamente a sus hijos algún tipo de conducta sin apelar a la razón, ni respetar con justicia los sentimientos ajenos", sostuvo el especialista.
Los jóvenes serán velados en sus domicilios y luego trasladados al cementerio local.
Fuente: La República
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