martes, 12 de noviembre de 2013

HIJO CONFESÓ QUE ESTRANGULÓ A EMPRESARIA Y LUEGO LA QUEMÓ CON AYUDA DE SU ENAMORADA

Pareja homicida. Marco Arenas y Fernanda Lora fueron mostrados anoche enmarrocados, en la sede de la Dirincri. Enamorada fue quien lo sindicó como asesino ante las autoridades.

No era su madre biológica, pero lo amó tanto como si lo fuera. “Gabrielito es la razón de mi vida…”, solía repetir en su entorno más íntimo la asesinada empresaria María Rosa Castillo Gonzales, refiriéndose siempre con cariño a Marcos Gabriel Arenas Castillo, un extrovertido muchacho a quien adoptó hace 22 años cuando solo era un bebé.

Aquel chico, ahora robusto y de 1.76 metros de estatura, fue arrestado ayer. La policía estableció que, el martes pasado, estranguló a su progenitora y luego quemó el cadáver para dificultar su identificación.

Después de 6 días de investigaciones, Marcos Gabriel confesó haber cometido el horrendo homicidio en su casa de la urbanización El Sol de la Molina, Mza. 3-L, lote 21-A.

El estudiante de marketing e ingeniería no actuó solo. Su enamorada, Fernanda Lora Paz (18), destacada alumna de la Facultad de Psicología Empresarial de la Universidad San Ignacio de Loyola, lo ayudó.

En efecto, ella también admitió en presencia de un fiscal haber participado en el traslado e incineración del cuerpo.

El general César Cortijo, jefe de la Dirincri, reveló que la joven pareja utilizó la moderna camioneta Toyota de la víctima, ROR-013, para llevar los restos mortales hasta un terreno ubicado en el kilómetro 10,5 de la Carretera de Manchay Bajo, donde los calcinaron con abundante petróleo.

Giro total
La historia de este escalofriante crimen dio un vuelco total. No hubo secuestradores de por medio, como inicialmente pretendió hacer creer el ahora asesino confeso.

Marcos Gabriel había asegurado el pasado martes a sus familiares y a los agentes de la Dirincri, que la empresaria de 54 años desapareció tras salir de su casa en La Molina para atender a dos personas interesadas en tomar en alquiler un departamento que también poseía en el mismo distrito.

"Se fue en su camioneta. Deben haberla secuestrado", le dijo el muchacho ese mismo día a su padre, Walter Arenas.

Sabía que mentía porque el mismo martes ya la había matado. No obstante, la mañana siguiente insistió en denunciar el supuesto plagio a fin de confundir a las autoridades.

La tarde del sábado último, cuando el cuerpo calcinado de su madre recién pudo ser identificado, dicen que hasta lloró en la sede de la Dirincri y lanzó maldiciones contra los supuestos criminales.

"No le creímos. Desde un principio él fue nuestro principal sospechoso...", señaló el coronel Ricardo Cano, jefe de la División de Homicidios.

Le robó dinero
La empleada doméstica de la familia ya había aportado evidencias claves que incriminaban al hijo adoptivo. Francisca, una ayacuchana de 16 años, contó a los detectives que vio y escuchó a María Rosa Castillo recriminar a su hijo por haber retirado seis mil soles sin permiso de una de sus cuentas del Banco de Crédito.

La noche del domingo, cuando la empresaria aún era velada en su vivienda, acudió a la Dirincri Fernanda Lora, enamorada de Marcos Gabriel, y por recomendación de su abogado lo delató.
Dijo que el martes 5 de noviembre, estando en el domicilio de la familia Arenas-Castillo, escuchó un grito desgarrador y al acudir al cuarto de la empresaria, situado en la segunda planta, vio que estaba tendida en el piso. "Su hijo la sujetaba del cuello. Ya estaba muerta", contó la muchacha, tras indicar que colaboró en el traslado e incineración del cuerpo porque el homicida la amenazó de muerte.

Exigen cadena perpetua
Andrés Castillo Gonzales, hermano de la extinta empresaria, demandó cadena perpetua para los autores del crimen. "Ojalá se pudran en la cárcel", señaló indignado tras enterarse del esclarecimiento del caso durante el sepelio de la víctima, realizado a las 2.00 de la tarde de ayer en el cementerio Jardines de la Paz de La Molina.

Castillo no entiende cómo un muchacho que recibió siempre amor pudo matar a la mujer que más lo quiso.

El Código Penal sanciona el delito de parricidio agravado con prisión de por vida, pena que le correspondería al ingrato hijo adoptivo. Su enamorada será procesada por encubrimiento real y obstrucción de la justicia, penado hasta con 15 años de cárcel efectiva.

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