Por Econ. Víctor Alvino Guembes
Apostar por una sociedad más justa económicamente y más solidaria requiere del compromiso de todos los actores sociales; y, sobretodo, que estos últimos actúen a pesar que en el camino encontrarán muchos peros posibles.
La transformación de la sociedad es inevitable, pues, en la realidad, vivimos un cambio de época con una crisis económica que parece acostumbrarse a convivir con nosotros junto con la crisis ecológica. Debemos saber que la mayor parte de los problemas se debe a la aplicación de políticas y sistemas económicos no coherentes con la realidad vigente o a veces fallidos.
En muchos casos las economías de los países pobres como el nuestro producen y consumen necesidades ficticias que muchas veces no necesitamos. Los gobiernos y sus autoridades con los agentes sociales son los responsables de orientar a toda la sociedad tratando en lo posible de cubrir por lo menos cinco dimensiones: Económico-financiera y del trabajo, energética, alimentaria, ambiental y cultural.
El cambio de visión de la presión civilizatoria necesita de un empuje más radical. Es decir, por ejemplo, la economía debe estar orientada a la reproducción social de la existencia y no al lucro. Los países pobres deben desesclavizarse de la droga llamada dinero y dejar de creer que eso significa modernidad y desarrollo; por tener ese pensamiento pierden su autonomía y las necesidades de sus habitantes ya no satisfacen a su interior.
Para revertir dicha situación se requiere mantener la lógica reproductiva y así aplicar los mecanismos de reciprocidad y equivalencia. Si no entendemos el problema la vida humana seguirá amenazada por la violencia, la pobreza y la injusticia.
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