jueves, 13 de marzo de 2014

CAPITAL SOCIAL: "SI SE PUEDE REDUCIR EL HAMBRE A LA MITAD EN EL PERÚ"

El economista Víctor Alvino Guembes afirma: 

“… Existen razones sustentadas técnica y políticamente para evaluar la factibilidad de que se erradique el hambre en el Perú; concretamente, una disminución a la mitad de la incidencia de déficit calórico en la población peruana resultan mucho más claros, urgentes y conectados con la situación del común de la población, que las metas de aumentar el ingreso nacional por habitante o acelerar la tasa de crecimiento de la economía.” 

El sustento de mi afirmación radica en la estimación de un modelo de panel con datos del 2001 al 2013, cuyos coeficientes se utilizan posteriormente para realizar simulaciones hasta el 2015. Una de las conclusiones es que la consecución de una sola meta sobre la base de variables económicas como el crecimiento de los ingresos de la población e incluso una fuerte redistribución de los mismos– es poco factible. Las pruebas y simulaciones realizadas dejan entrever claramente el carácter multidimensional del problema del déficit calórico. 

El escenario más costo-efectivo para aspirar a reducir el hambre a la mitad en los próximos diez años en el Perú sería tratar de sostener una tasa de crecimiento de la economía alrededor del 7% anual, asegurar las metas educativas con calidad y de acceso al saneamiento de los servicios públicos, e invertir de 44 a 66 millones de dólares anuales aproximadamente en extender la cobertura del programa de desayunos escolares a todos los niños pobres del país (un poco más del 10% más de lo ya presupuestado para el presente año).

La evolución de la pobreza y de otras facetas del desarrollo humano se han convertido en indicadores tanto o más importantes que el mismísimo crecimiento del PBI global o por habitante para evaluar el progreso económico y social en el Perú y de otros países en desarrollo. Según los analistas existen por lo menos dos razones que lo justifican. 

En primer lugar, los objetivos de reducir el porcentaje de peruanos que viven en situación de pobreza, que padecen de hambre o tienen insuficiente acceso a servicios de educación, salud y saneamiento, resultan mucho más claros, urgentes y conectados con la situación del común de la población, que las metas de aumentar el ingreso nacional por habitante o acelerar la tasa de crecimiento de la economía. 

En segundo lugar, hasta hace algún corto tiempo atrás solo se habían desarrollado las cuentas macroeconómicas tradicionales y, por ello, el PBI por habitante era una de las pocas variables estimadas que se aproximaban al bienestar de la población. Hoy en día, gracias al desarrollo de encuestas nacionales de hogares anuales, podemos tener estimados de incidencia de la pobreza y de necesidades básicas insatisfechas con relativa frecuencia. 

Sin embargo, un enfoque multidimensional de la pobreza y el desarrollo humano enfrenta difíciles retos metodológicos si se trata de construir un índice sintético que contenga la evolución de todas las dimensiones consideradas. El índice de desarrollo humano (IDH) de Naciones Unidas, producido anualmente a escala internacional, y el índice de gestión gubernamental (IGG), preparado trimestralmente por el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, son ejemplos de esfuerzos por construir índices sintéticos y transparentes que informen y sensibilicen a la opinión pública y guíen a los hacedores de política acerca de prioridades en las esferas económicas y sociales.

El mayor esfuerzo universal por llegar a un consenso sobre las variables que deben incorporarse como objetivos básicos de desarrollo y metas cuantitativas concretas hasta el 2015, por lo menos, lo constituyen los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Hace más de una década, casi 200 países, entre los cuales se encuentra el Perú, se comprometieron a alcanzar estos ODM en ocho áreas: reducción de la pobreza monetaria y el hambre; acceso universal a la educación primaria; equidad de género; reducción de la mortalidad infantil y materna; combate del VIH, el sida y otras enfermedades; y disminución de las brechas de acceso a agua potable y saneamiento, entre las principales. 

El motivo de mi presentación de este breve análisis evalúa la factibilidad de que el Perú alcance el primer ODM relacionado con la erradicación del hambre. Una de las metas concretas para el año 2015 consiste en la disminución a la mitad del indicador de déficit calórico de la población (medida inicialmente alrededor de 1990). Cabe añadir que existe gran controversia con respecto a qué tipo de políticas se debe implementar para mejorar la ingesta calórica de la población. 

Durante la década de 1980, el Banco Mundial encabezó una corriente que sostenía que el motor principal para mejorar el consumo de calorías de la población era el crecimiento económico alto y sostenido. Sin embargo, desde principios de la década de 1990, los organismos multilaterales y hacedores de política coincidieron en que una estrategia de seguridad alimentaria y reducción del hambre engloba dimensiones más complejas que solamente la capacidad adquisitiva de la población. 

Entre estas otras dimensiones, además de la disponibilidad nacional de alimentos, se sumaban el acceso a los mismos (variable íntimamente ligada a la condición de pobreza monetaria) y el aprovechamiento biológico de los alimentos (factor vinculado a condiciones de salud, saneamiento y educación nutricional). Con el objeto de simular el posible comportamiento futuro del déficit calórico y señalar un conjunto sugerente de medidas de política que contribuyan directamente al cumplimiento de la meta del milenio. 

Finalmente, resulta necesario actualizar los modelos existentes o construir un nuevo modelo cuantitativo que describa el comportamiento del déficit calórico de la población en el Perú. De esta manera, se podrá contribuir junto con la implementación de diversas políticas relacionadas con la educación, el acceso a saneamiento, los programas de asistencia alimentaria y la redistribución directa de ingresos, con el propósito de hacer más probable el cumplimiento de la meta del milenio.

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