Sabía que habían decretado su muerte, y que luego del primer frustrado atentado, volverían a intentar acabar con él. Sabía por eso que estaba bajo vigilancia, que lo acechaban, que su hora final estaba cerca. Pero no deseaba que el temor lo engullera, así que resolvió enfrentarlos. En una memorable sesión ante la Comisión de Fiscalización, un valiente Ezequiel Nolasco Campos acusó a sus perseguidores y a sus cómplices.
“La corrupción campea a nivel nacional, pero en algunos lugares más y en otros menos. Pero, en Áncash, siendo la región más rica, es donde hay más corrupción”, se presentó ante la Comisión de Fiscalización que presidía Martín Belaúnde Moreyra.
Nolasco relató que recurrió a los fiscales, a los jueces y a otras autoridades, pero todas le dieron la espalda. Según su versión, todas estaban comprometidas.
“Quiero (darles) una muestra más en el tema de la corrupción. Yo fui objeto de un atentado vil (por parte) de una mafia (el 20 de julio del 2010, en el que asesinaron a su hijastro). Yo la considero una mafia, con el perdón de la palabra. Es una mafia instalada en el gobierno regional (de Áncash)”, acusó el ex consejero regional.
Ezequiel Nolasco, en la sesión del 7 del diciembre del 2011, a las 10 de la mañana, narró por qué intentaron asesinarlo y por qué buscarían conseguir ese objetivo la mafia a la que él combatía.
“Debo recordar la coyuntura de esa época (del atentado contra mi persona). El vicepresidente regional de Áncash (José Sánchez Milla), que asumió la presidencia (de la Región Áncash en reemplazo de César Álvarez Aguilar, quien pidió licencia para postular a la reelección), fue asesinado el 13 de julio del 2010.
A la semana siguiente (20 de julio), atentaron contra mí. Yo era el primer consejero, y tenía un grupo de 10 consejeros que, justamente, habíamos eliminado un paquete de obras por 840 millones (de soles) porque considerábamos que (el costo) estaba sobrevalorado. Suspendimos a la OEI (la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, a la que César Álvarez le encargaba los procesos de licitación). Esto fue por un acuerdo del Consejo Regional”, explicó Nolasco.
CON NOMBRE PROPIO
Según la versión del ex consejero regional, la fiscalización y suspensión de obras públicas a un costo millonario es la explicación del homicidio de José Sánchez Milla y el intento de asesinarlo a los pocos días. Nolasco dio nombres a los congresistas de la Comisión de Fiscalización.
“En esa ocasión también anuncié destituir a Luis Arroyo Rojas (actual alcalde de la provincia del Santa, miembro íntimo del entorno de Álvarez), que era el gerente de la Sub Región del Pacífico. Arroyo era el que manejaba más dinero. Y entonces vino el atentado contra mí. Yo lo advertí 15 días antes. Por una infidencia me enteré de que iban a atentar contra mi vida y así sucedió. He venido denunciando una serie de cosas, señor presidente. Por eso, quisiera que la sangre de mi hijo, la sangre de Sánchez Milla, mi propia sangre, sirvan a la lucha frontal contra la corrupción”, señaló Ezequiel Nolasco ante los sorprendidos integrantes de la comisión.
“Hay un alcalde que está comprometido (el burgomaestre de la provincia del Santa, Luis Arroyo Rojas) como autor intelectual de este atentado en el que murió mi hijo político. Y no pasa nada. Es decir, allá (en Áncash) no funciona la justicia. Desgraciadamente, hay jueces que liberan a los comprometidos con estos actos de crímenes y de corrupción”, manifestó Nolasco.
El 13 de julio del 2011, cuatro fiscales anticorrupción, después de superar la presión de los congresistas Heriberto Benítez y Víctor Crisólogo para no ejecutar el operativo, allanaron un condominio de viviendas donde supuestamente existía un centro de espionaje al servicio del presidente de la Región Áncash. Los fiscales encontraron el expediente judicial sobre el caso del intento de asesinato de Ezequiel Nolasco, entre otras evidencias incriminatorias.
En represalia, dichos fiscales fueron destituidos.
“Uno de los casos que planteo es por qué fueron despedidos cuatro fiscales anticorrupción. Ellos fueron despedidos en forma escandalosa. (…) ¿Cómo podemos demostrar que se aplica la justicia en Áncash cuando todo se archiva? Por ejemplo, en Chimbote, 35 denuncias han sido archivadas. La Fiscalía Anticorrupción no funciona. ¿Cómo podemos denunciar que las obras (públicas) han sido sobrevaloradas y que hay otras obras que se han terminado mal? (…)”, denunció Ezequiel Nolasco.
Sabía a lo que se enfrentaba. Y que no estaba lejos el desenlace.
“Hay policías que nos hacen el ‘reglaje’ (seguimiento). Yo he denunciado que me está haciendo ‘reglaje’ la propia policía para que de nuevo atenten contra mi vida. Son estas cosas las que estamos denunciando y lo seguiré haciendo, no tengo ningún temor. Yo ya he sufrido un atentado. He recibido cuatro balazos, así que no tengo ningún temor, porque la lucha contra la corrupción es una cuestión moral para todos los peruanos”, concluyó.
Los que instigaron el crimen de Ezequiel Nolasco se equivocaron si creían que con su muerte cesaría la lucha contra el latrocinio, el abuso y la impunidad en Áncash. Nolasco no entregó su vida por nada.
Fuente: la República-Ángel Paez/La Jornada
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