sábado, 16 de enero de 2016

CAPITAL SOCIAL: LA POBLACIÓN MUNDIAL ESTA CAMBIANDO ACELERADA Y PERMANENTEMENTE: MIGRA, LUCHA CONTRA LA POBREZA Y POR SU DESARROLLO

Por Econ. Víctor Alvino Guembes


Mientras continúan llegando a Europa emigrantes y refugiados de África y Oriente Medio en cantidades sin precedentes, podemos afirmar que la emigración a gran escala desde los países empobrecidos a las regiones más ricas del mundo constituyen un rasgo permanente de la economía mundial hoy y durante las próximas décadas como resultado de los grandes cambios poblacionales en los países.

El mundo está experimentando un gran cambio poblacional que está reestructurando el desarrollo económico y a la vez plantea desafíos, ofrece una vía para reducir la pobreza y lograr la prosperidad compartida si se aplican las políticas adecuadas a nivel nacional e internacional.

La proporción de la población mundial en edad de trabajar ha alcanzado el 70% y actualmente está disminuyendo. Se prevé que el crecimiento de la población mundial se desacelere un 1%, frente al más del 2% de la década de los 60. Se prevé por otra parte que la proporción de ancianos aumente a casi el doble, hasta llegar al 16% en el 2050, mientras que la población infantil mundial se está estabilizando en 2 mil millones.

La dirección y el ritmo de esta transición demográfica mundial varían drásticamente de un país a otro; sus implicaciones difieren en función del grado de envejecimiento y desarrollo económico de cada país. La transición demográfica es para todos los países, con independencia de la fase de desarrollo en que se encuentren, una formidable oportunidad de desarrollo, según afirma el informe.

Por lo tanto, si los responsables del manejo económico y político siguen las políticas adecuadas, esta era de cambio demográfico puede ser un motor del crecimiento económico.

Más del 90% de la pobreza mundial se concentra en los países de renta baja, que tienen poblaciones jóvenes de crecimiento rápido y cuyo porcentaje de población en edad de trabajar previsiblemente va a aumentar de modo significativo. Al mismo tiempo, más de tres cuartas partes del crecimiento mundial se generan en países de renta alta con tasas de fertilidad mucho menores, menor número de personas en edad de trabajar y una proporción creciente de ancianos.

En el ámbito nacional, los gobiernos con poblaciones jóvenes pueden maximizar los beneficios de la demografía invirtiendo en salud y educación para sacar el máximo partido de las habilidades y las perspectivas laborales futuras de sus jóvenes. Los países cuyas poblaciones están envejeciendo deben consolidar sus ganancias económicas impulsando la productividad y fortaleciendo las redes de seguridad social y otros sistemas de protección social para proteger a las personas mayores. A nivel mundial, la liberalización de los flujos transfronterizos de comercio, inversión y personas puede ayudar a gestionar los desequilibrios demográficos.

Los países pueden obtener un primer dividendo demográfico cuando crece la proporción de mano de obra en el conjunto de la población nacional, constituyéndose en un poderoso acelerador del crecimiento. A medida que los cambios en la estructura de edades expanden la producción y los recursos, es posible obtener un segundo dividendo al acumularse el ahorro y aumentar la inversión.

Si bien se espera que el máximo crecimiento de la población en edad de trabajar lo experimenten los países de renta baja, muchos de estos países ven frenado su progreso por los conflictos y por su situación de fragilidad, que ponen en riesgo tales ganancias. Debido a la elevada tasa de fertilidad y el gran crecimiento poblacional del África Subsahariana, esta región albergará, una proporción cada vez mayor de la población infantil y la población en edad de trabajar del mundo en los próximos decenios.

Los países que están quedándose atrás en su desarrollo y cuentan con tasas de fertilidad elevadas están clasificados como países en la etapa previa al dividendo demográfico, como por ejemplo Níger. Los países en la etapa inicial del dividendo demográfico que ya han experimentado una caída de su tasa de fertilidad pero que aún tienen poblaciones jóvenes, como Etiopía, podrían beneficiarse de la aceleración de la creación de empleo. El aumento de la mano de obra y el crecimiento están vinculados: un incremento porcentual de 1 punto en la población en edad de trabajar puede traducirse en un aumento del PIB por habitante de hasta 2 puntos porcentuales.

En los países en la etapa avanzada del dividendo demográfico cuya proporción de población en edad de trabajar está disminuyendo, como Brasil, el dinamismo económico está en riesgo de decaer. En ellos, los gobiernos deben fomentar el ahorro para hacer posible la inversión productiva, la participación de la mujer en el mercado laboral y el fortalecimiento de los sistemas de protección social. Los países en la etapa posterior al dividendo demográfico, como Japón, que se caracterizan por su mano de obra en descenso y su número creciente de ancianos, harían bien en llevar a cabo reformas en su sanidad y sus pensiones y ejecutar medidas adicionales para aumentar la participación y la productividad de sus trabajadores.

El crecimiento económico mundial en 2015 es decepcionante: ha sido del 3,1 por ciento, frente al 3,4 por ciento en 2014, debido a un menor ritmo del crecimiento en muchas economías de mercados emergentes. Se espera que el crecimiento repunte hasta el 3,6 por ciento en 2016, ayudado por la recuperación en las principales economías avanzadas —con Estados Unidos a la cabeza— y la mejora que puede producirse en varios mercados emergentes y economías en desarrollo.

Finalmente, es esencial llevar a cabo reformas en relación con la oferta para revitalizar el crecimiento de la productividad; las actuaciones clave requeridas variarán en función de las circunstancias de cada localidad.

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