sábado, 13 de diciembre de 2014

CAPITAL SOCIAL: SE DEBE IMPULSAR LA PROSPERIDAD COMPARTIDA PARA REDUCIR LA POBREZA EXTREMA

Por Víctor Alvino Guembes 


Hace más de una década quien se suscribe ante ustedes, desde los foros académicos en materia económica, instituciones públicas, universidades, publicaciones y entrevistas, he estado al frente de una iniciativa que busca reorganizar la forma de innovar la presentación de una política económica real y efectiva para lograr dos objetivos: poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030 e impulsar la prosperidad compartida entre el 40% más pobre de la población de la Región Lima (tal como lo está promoviendo ahora el Banco Mundial entre otras instituciones a nivel mundial) .

El primer objetivo es ambicioso y refleja los enormes avances que se han logrado, a nivel general, durante los últimos 25 años en la lucha contra la pobreza. En 1990, el 36 % de la población mundial, es decir, 1900 millones de personas, ganaba menos de US$ 1,25 al día. Para el año próximo, según las estimaciones de nuestros economistas, esa tasa habrá caído al 12 %, lo que representa una reducción de dos tercios en 25 años. Esto significa que, para el año que viene, habrá 1000 millones de personas menos que en 1990 sumidas en la pobreza extrema. 

Es un progreso enorme. Sin embargo, será mucho más difícil ayudar a los siguientes 1000 millones a salir de la pobreza. Tenemos mucho trabajo por hacer, en especial en nuestro territorio: La Región Lima, que contiene 9 provincias divididas en 128 distritos, con cerca de un millón de habitantes en total, donde unas 450 mil personas se despiertan cada día en la pobreza.

El segundo objetivo —impulsar la prosperidad compartida— es el que quiero tratar con ustedes hoy. Donde me presento y converso presento la idea de que para asegurar que el crecimiento de la economía mundial debe permitir mejorar el nivel de vida de todos los miembros de la sociedad, y no solo de unos pocos afortunados. 

Para lograrlo, de acuerdo con las cifras estadísticas y proyecciones de investigadores especialistas en materia económica se debe cumplir con alcanzar metas específicas en materia social y de ingresos: elevar los ingresos del 40 % de las personas de ingreso más bajo de los poblados más pobres de la región y mejorar su acceso a los elementos esenciales en la vida, como los alimentos, la vivienda, la atención de la salud, la educación y el empleo.

Permítanme poner esto en perspectiva: Por primera vez debemos fijarnos una meta que aspire a reducir la desigualdad en la región. La intención de este primer informe es un reflejo de lo que viene impulsándose a nivel mundial y surge directamente de la decisión de incorporar el impulso a la prosperidad compartida como parte del Plan de Desarrollo Regional.

Cuando un visitante entra en nuestra región, una de las primeras cosas que debe ver es una inscripción sobre una pared, que diga: "Nuestro sueño es una Región Lima sin pobreza". Lograr este objetivo a través del desarrollo es una tarea compleja, pero hay dos cosas que son esenciales. Primero, debemos ayudar a las ciudades con población de ingreso bajo a hacer crecer sus economías. Segundo, los pobres de las ciudades con población de ingreso bajo deben poder participar de los beneficios de ese crecimiento. La prosperidad compartida debe ser parte de los objetivos principales de un gobierno nacional, regional y local, simplemente porque es necesaria para poner fin a la pobreza.

También es importante para lograr la justicia. Oxfam International, la organización de lucha contra la pobreza, informó recientemente que la fortuna combinada de las 85 personas más adineradas del mundo equivale a lo que poseen los 3600 millones de personas más pobres. 

Proteger la capacidad de las personas de obtener una retribución financiera por su arduo trabajo y el éxito alcanzado es sumamente importante. Ello genera motivación, impulsa la innovación y permite a las personas ayudar al prójimo. Al mismo tiempo, ¿qué significa el hecho de que una parte tan considerable de la enorme riqueza que existe en el mundo esté concentrada en tan pocos?

Como sistema económico, el capitalismo mundial de mercado ha producido prosperidad e innovación. Esto es muy bueno. Sin embargo, la legitimidad de un sistema económico también depende de su capacidad para lograr que todos tengan acceso a dos cosas: a la riqueza que genera y a los beneficios sociales que surgen de esa riqueza. 

Lamentablemente, el incremento en el ingreso nacional derivado del crecimiento no suele distribuirse entre toda la población en igual medida, ni mucho menos. En su best seller de 2014, titulado El capital en el siglo XXI el economista francés Thomas Piketty mostró que, en las economías desarrolladas, estos beneficios por lo general recaen en los propietarios en una proporción considerablemente mayor que en los trabajadores. 

En última instancia, queremos asegurarnos de que las ganancias del sistema económico mundial se distribuyan de modo tal que se generen oportunidades y se respete la dignidad humana.

¿Y cómo se impulsa la prosperidad compartida? Como expliqué anteriormente, una unidad de medida importante es el nivel de ingreso relativo del 40 % más pobre de la población de una como la nuestra. Es fundamental señalar que el aumento de los ingresos de las personas, si bien es importante, es solo una parte de la ecuación para impulsar la prosperidad compartida. Necesitamos también el crecimiento económico para proporcionar beneficios que generen sociedades más justas. 

Entonces, además de centrarse en el aumento de los ingresos, el impulso de la prosperidad compartida también se centra en mejorar la igualdad de género y el acceso de las personas de bajos ingresos a los alimentos, la vivienda, el agua potable, el saneamiento, la atención de la salud, la educación y el empleo.

¿Cómo se puede lograr esto? Un mecanismo esencial es el apoyo financiero de la cartera anual regional creativa e inteligente destinada a fortalecer las instituciones públicas y propiciar un sector privado pujante ayudará mucho al cumplimiento de los objetivos mayores de una eficiente política económica. 

“Si un hombre no tiene un empleo o ingresos, no tiene vida, ni libertad, ni la posibilidad de buscar la felicidad. Simplemente existe”. 

Finalmente reitero que, el impulso de la prosperidad compartida se logrará aumentando los ingresos, creando empleos, educando a los niños y ofreciendo a todos acceso a alimentos, agua, vivienda y atención de la salud. Al hacer esto, lograremos aumentar nuestra riqueza colectiva y volvernos más humanos. 

Exhorto a los manejadores y gestores de política en todos los niveles de gobierno a que se unan a esta misión. Ayuden a hacer de esta la generación que termine con la pobreza extrema y reduzca la desigualdad en todo el mundo.

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