sábado, 28 de diciembre de 2013

DETRÁS DE LA LENTE: "LA SIERRA Y SUS PELIGROS"


No todos los peruanos conocemos como son los precipicios puentes en mal estado, caminos en trocha cerrada, angosta con las justas, pasa un carro casi siempre tiene que retroceder o para arriba o al contrario para que pase otro vehículo cargado de pasajero y también mercaderías. 

Pasan años de años, no existe forma de que esto se supere , también como el VRAE se ha vuelto un mal necesario, a pesar que existe todo el instrumental técnico de ingeniería moderna, nunca podemos mejorar estas vías.

Con frecuencia se ha hecho rutina, tener como noticia de último minuto “La aparatosa volcadura de un camión o bus cargado de pasajeros, con pérdidas de vidas humanas” , este tipo de “rutina cotidiana” también parece que fuera premeditada, sus autoridades permanentemente están gestionando ante el gobierno central o regionales, también provinciales, partidas económicas para resolver este peligro y nunca los resuelven siempre están en lo mismo.

A menudo este tipo de gestiones van en complicidad de medios de comunicación en el cual agitan banderas apoyando a las autoridades para conseguir jugosas partidas económicas que luego de conseguirlas no vuelven más a fiscalizar y así pasan gestiones tras gestiones al igual que la contaminación de los ríos y lagunas , se toman muestras, se denuncian pero todo sigue igual, este tipo de incompatibilidades hacen frenar el desarrollo turístico. Mucha gente joven de la costa estaría dispuesto a conocer la zona alto andina de su región pero dada la inseguridad no se arriesgan.

Se avecina la fiesta de fin de año que mejor que caminar por la sierra seria extraordinario pasarla en medio de imponentes montañas, parajes solitarios, en absoluto silencio y tranquilidad, tomando un buen calientito en las alturas con gente amable y hospitalaria, el autentico hombre de campo es muy noble, con la humildad que lo caracteriza siempre tienen las puertas abiertas; los centros comunitarios siempre han servido para cualquier forastero que a veces no tienen donde pernoctar y recibe siempre su posillito de trigo, oca, papas sancochadas que es lo más agradable.

Que bueno sería si se cambiaran LOS HÁBITOS CONSUMISTAS que hay en las metrópolis por el silencio de las alturas, dos mil o tres mil metros o algo más sobre el nivel del mar y de vez en cuando una lluvia sería extraordinario.
(Eduardo Escobar/Reportero gráfico)

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