sábado, 5 de marzo de 2016

CAPITAL SOCIAL: PADRE PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN, DIJO JESUS


Por Econ. Víctor Alvino Guembes 

El 1% de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que el dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino está ligado a cómo vive el otro 99 %. A lo largo de la historia esto es algo que esa minoría solo ha logrado entender… cuando ya era demasiado tarde. 

Las consecuencias de la desigualdad son conocidas: altos índices de criminalidad, problemas sanitarios, menores niveles de educación, de cohesión social y de esperanza de vida. Pero ¿cuáles son sus causas, por qué está creciendo con tanta rapidez y cuál es su efecto sobre la economía? Pues señores gobernantes y gobernados entiendan que existe un precio que debemos pagar todos, incluidos ustedes con las mayorías por dicha desigualdad. 

Nosotros como ciudadanos honrados y decentes debemos atrevernos a organizarnos y a debatir temas como cuál es el efecto de la aplicación de economía equitativa, justa y solidaria entre nosotros. No debemos sentirnos jamás olvidados ni menos despreciados de la acción de quienes nos gobiernan. 

Debemos emplazarnos siempre para el debato respetuoso y académico proponiendo soluciones al corto y largo plazo. Si hablamos de economía debemos saber que los mercados por si solos no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en manos de unos pocos más que a promover la competencia. 

Asimismo, las políticas de gobiernos e instituciones son propensas a acentuar esta tendencia, influyendo sobre los mercados en modos que dan ventaja a los más ricos frente al resto. La democracia y el imperio de la ley se ven a su vez debilitados por la cada vez mayor concentración del poder en manos de los más privilegiados y michas veces corruptos. 

Este breve análisis pretende constituir una contundente crítica a las ideas del libre mercado a ultranza y a la dirección de un gobierno regional inoperante, frágil, ocioso y sordo y gobiernos locales nefastos, demostrando por qué no es solo esa postura es injusta sino además insensata. 

Quienes estamos del lado bueno debemos ofrecer esperanza en la forma de un concreto conjunto de reformas que contribuyan a crear una sociedad más justa y equitativa, además de una economía más sólida y estable. 

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