Por Ángel Páez
Los corruptos siempre aparecen en las situaciones de emergencia para robar los recursos públicos destinados a las víctimas. Son personas inescrupulosas a las que no les importa que la sustracción del dinero afecte a los que padecen hambre, carecen de medicinas o han perdido a miembros de la familia. El gobierno ha destinado más de 2 mil 500 millones de soles para enfrentar el coronavirus, por lo que, basados en experiencias recientes, no descartamos que el hurto podría repetirse, desgraciadamente.
Entre 1997 y 1998, el gobierno de Alberto Fujimori asignó más de 30 millones de dólares al Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) para la reconstrucción de las zonas devastadas por el Fenómeno El Niño. El titular de Indeci, el general EP Homero Nureña León, quien era compañero de promoción de Vladimiro Montesinos, adjudicó gran parte de los obras públicas a empresas de Alberto Venero, socio y testaferro del asesor presidencial, y de otros conocidos. Al quedar al descubierto, la organización criminal que controlaba el régimen en ese momento, hizo lo que pudo por evitar el castigo a Nureña y lo blindó.
Después del terremoto del 15 de agosto de 2007, que produjo casi 600 muertos y 430 mil damnificados, el presidente Alan García autorizó al Seguro Integral de Salud (SIS) que comprase alimentos, carpas, cocinas y otros implementos por 14 millones de soles para las familias afectadas por el seísmo. Por cierto, el SIS no tenía dicha función. El contrato sin licitación se asignó a una empresa cuyo rubro era la fabricación de zapatos y estaba inactiva. Además, los productos fueron adquiridos a precios sobrevalorados. Las autoridades encontraron responsabilidad en el exjefe del SIS, el aprista Julio Espinoza Jiménez, a quien, poco antes de concluir su gobierno, Alan García, indultó por supuestas razones médicas.
Estos casos de funcionarios gubernamentales que hurtan los fondos públicos para atender emergencias humanitarias, recuerdan a esas personas que desvalijan a las víctimas de los buses u otros transportes accidentados. En lugar de socorrer a las heridos, los despojan de sus bienes. En la crónica roja se les conoce como “buitres”. Estos “buitres” de las carreteras, no se diferencian mucho de los “buitres” de los gobiernos. Si alguno lo descubre, denúncielo.
Fuente: La República
Fuente: La República
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