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Debo manifestar mis sentimientos de gratitud por el masivo apoyo moral que ha recibido mi familia en estos últimos días. Estamos vivos de milagro a pesar de la potente descarga que estalló en la puerta del dormitorio de mis padres la madrugada del martes 22 de abril en la urbanización El Olivar de Barranca a las 2 de la madrugada, estruendo que desató el terror en nuestro barrio y en toda la comunidad. Los vecinos se vieron afectados tanto como nosotros, resultando heridos y perjudicados por los daños materiales que la onda expansiva dejó a su paso. Era la peor pesadilla, esa de la que no logramos despertar: el retorno del terrorismo.
No es un caso aislado, Barranca respira la pólvora de los explosivos todas las semanas mientras que las autoridades impasibles se limitan a culparse mutuamente para eludir o “deslindar” responsabilidades. Los jóvenes que este sistema abandonó a su suerte, han sido reclutados por la delincuencia y el crimen organizado mientras sus familias sufren y lloran al ver cómo van quedando sus cadáveres en las calles cual ángeles caídos, matándose mutuamente sin que el gobierno reaccione para garantizar la seguridad que el pueblo reclama a gritos.
Es una clara señal, un síntoma inequívoco de la enfermedad que padece nuestra sociedad hoy en día, es la reacción de una fuerza malévola que se expande y se fortalece promoviendo la ignorancia e imponiendo el miedo como Ley máxima: es la omnipresencia de la corrupción. Esa corrupción que reclama el silencio y el sometimiento de la prensa independiente, la que pretende aniquilar la libertad de pensamiento y el ejercicio de la crítica y la fiscalización ciudadana, esa es la respuesta del verdugo sistema que elegimos equivocadamente.
Pero nuestro pueblo que ha sabido curar sus heridas y cargar las cicatrices de una década sanguinaria de guerra interna, que a pesar de los golpes resurgió de las cenizas proclamando la vida, la democracia y la libertad expresión, ese pueblo está dando señales de vida proponiendo paz, seguridad y justicia. Barranca tiene serias deficiencias institucionales, y tal abandono gubernamental le ha permitido ganar terreno a la contaminación ambiental, a la corrupción y a muchos otros males.
Los medios de comunicación juegan un papel importante como garantes de la transparencia y la democracia a nivel mundial, y los enemigos de la paz y de la vida al colocarnos un artefacto explosivo en la puerta de nuestro hogar, han atentado contra una ley universal: La Libertad de Expresión. Esta indignante noticia ha traspasado las fronteras del Perú. IPYS y La Asociación Nacional de Periodistas han lanzado una alerta internacional sobre este caso. Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras de España, el Comité de Protección de Periodistas de EEUU, (CPJ por sus siglas en inglés), la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la OEA, entre otras entidades han solicitado los detalles de este atentado y están emitiendo comunicados de alerta y exhortando a las autoridades que presten las garantías del caso y enjuicien a los responsables.
Se avecina entonces una masiva manifestación popular por la Paz, Seguridad y Justicia en Barranca, la población ha entendido que es momento de juntar todas las luchas en una gran marcha legítima y pacífica. Manuel Gonzales Prada decía que en las luchas sociales las autoridades deben limitarse a cumplir el papel de testigos, y no se le debe permitir su injerencia. Estamos de acuerdo, es el momento que la sociedad civil organizada diga a una sola voz: Basta Ya.
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